|
21 Sep 18 | Edmundo González Llaca | Clasificado en Nacional, Política | Sin Comentarios »
 |
En nuestra cultura original al jefe supremo se le llamaba El Tlatoani, que significa el que habla, quien tiene la palabra. Nuestro Presidente electo ha tomado muy en serio esta facultad y cada vez que habla ha andado como en la casa del jabonero, cuando no cae, resbala. Las maromas discursivas están a la orden del día: que si perdón no es amnistía, que si a la amnistía pero antes el perdón; que si cancela la reforma educativa pero no precisa qué parte de la reforma educativa; luego se erigió como Yahvé y exoneró a Rosario Robles; para rematar dice que el país tiene 30 años en bancarrota. No entremos en el debate si lo está o no, el problema es que hace unos días dijo que no había crisis económica ni financiera. Charles De Gaulle decía que el político debe ser parco al hablar, pues si habla mucho o se repite o entra en contradicción. Lo que está pasando exactamente con el discurso desenfadado e irresponsable de López Obrador. Es tiempo de ponderar.
|
Cada colaborador es responsable de lo que escribe y sólo rinde cuentas ante la sociedad y ante sí mismo. Se trata de pensar libremente y hacer pensar en la medida de la inteligencia de cada uno.
Envía tu comentario