La decisión
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El poeta Rainer Maria Rilke decía que en la vida todo debe madurar lentamente. “Como el árbol que no apremia su savia”. Las cosas hay que acogerlas a su ritmo. Nada resuelve bien el apresuramiento. Recordemos a Felipe II que decía a su asistente: “vísteme despacio que tengo prisa”. El robo de combustible, y la corrupción que entraña, no es privativo de México. Pero en otros países la solución ha sido más meditada y certera: el uso de tecnologías para el control de ductos apunta a sensores, drones, operativos de vigilancia más eficaces. Por lo que a mí respecta, y a miles, si es que no a millones de mexicanos de a pie, el malestar brinda la oportunidad de reflexión sobre el empleo de nuestros recursos. Tenemos que ser más moderados. Y por qué no, ejercitarnos en la paciencia, una virtud – que decía – Giacomo Leopardi, es la más estoica, porque no tiene la apariencia de heroicidad. Y digo yo: virtud tranquila y silenciosa. Estas consideraciones son ajenas a la ‘tirria’ contra el titular del Ejecutivo federal. Soy lo bastante viejo para tales desfiguros. Y retomo unas líneas del bolero que le dio fama a Omara Portuondo, la diva del canto popular cubano con quien conversé unos momentos en La Habana: “lo que me queda por vivir será en sonrisas / porque el dolor de mi vida lo he borrado / y el sufrir que me tocaba se ha agotado”. Su voz y el piano de Chucho Valdez están, alegremente tatuados en mi memoria. Como las lecciones mismas de Epicteto, ese admirable filósofo estoico de la Antigüedad.
* * * Sufragio efectivo, no reelección. Respeto a la división de poderes. Sí a la vida y a la libertad de expresión.
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